mardi 8 juillet 2025

CHILE / UN DÍA DE GLORIA / A 80 AÑOS DEL INGRESO DE PABLO NERUDA EN EL PARTIDO COMUNISTA DE CHILE

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CONGRESO DE PARTIDO COMUNISTA DE CHILE (PCCh), AL CUAL ASISTEN
SALVADOR ALLENDE, LUIS CORVALÁN, PABLO NERUDA  Y OTROS DIRIGENTES.
PHOTO BIBLIOTECA DEL CONGRESO NACIONAL DE CHILE

  1945 - 8 de Julio - 2025

Los que pusimos el alma en la piedra,

en el hierro, en la dura disciplina,

allí vivimos solo por amor

y ya se sabe que no nos desangramos

cuando la estrella fue tergiversada

por la luna sombría del eclipse…

Pablo Neruda, “Los comunistas”, Memorial de Isla Negra

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Mundo obrero

Chile / Un día de gloria / A 80 años del ingreso de Pablo Neruda en el Partido Comunista de Chile /El domingo 8 de julio de 1945, Pablo Neruda y otras personalidades, como el científico Alejandro Lipschutz, el director de la Orquesta Sinfónica de Santiago, Armando Carvajal, la cantante Blanca Hauser, el poeta Juvencio Valle, la poetisa Olga Acevedo, el escritor Nicomedes Guzmán, el director de teatro Pedro de la Barra y la profesora María Marchant ingresaron en el Partido Comunista, en un acto celebrado en el teatro Caupolicán, con la asistencia de miles de personas, que clausuró la XVI Sesión Plenaria de su Comité Central.

Mario Amorós (*) · 08/07/2025 · Cultura y Comunicación

POETA CHILENO PABLO NERUDA EN
MILÁN,  23 DE OCTUBRE DE 1960,
 EN EL CIRCOLO DELLA STAMPA

Tras la rendición de la Alemania nazi en mayo y en las semanas finales de la guerra en Asia, grandes retratos de Stalin, Churchill y Truman vestían el inmenso recinto y al fondo del proscenio había un gran cuadro de Luis Emilio Recabarren con la leyenda: “Por la grandeza de Chile”. En el discurso que pronunció en representación de los nuevos militantes, Neruda, quien en marzo había sido elegido senador por el Norte Grande junto con Elías Lafertte y en mayo había recibido el Premio Nacional de Literatura, recordó que una noche otoñal de 1936 en Madrid, en las primeras semanas de la guerra civil, caminaba con Delia del Carril y se encontraron con una patrulla de milicianos comunistas, que les guiaron con sus linternas para que pudieran continuar el camino. “Desde entonces para mí, en la tempestad del mundo que con aquella oscuridad comenzara en España, he buscado la luz de las patrullas comunistas en toda la vasta tierra. El Partido Comunista es esa luz en las tinieblas, que vigila, que rectifica, que dirige y que combate”.

EL «WINNIPEG» BAJO LA BANDERA DE LA
« COMPAGNIE FRANCE NAVIGATION», ANTES
DE ZARPAR HACIA LA COSTA CHILENA

Fue en España, a donde llegó como diplomático a fines de mayo de 1934, donde asumió su compromiso político. En junio de 1935, participó en París en el I Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura, organizado por los principales intelectuales franceses. Fue su primera aproximación al movimiento comunista internacional. La sublevación militar contra el Gobierno de la II República Española, el asesinato de su hermano Federico García Lorca y la heroica resistencia del pueblo español contra la embestida fascista señaló al poeta cuál era su trinchera. Su solidaridad con la República Española inspiró España en el corazón, que representó el ingreso del compromiso político en su poesía, y alcanzó su cima luminosa en 1939, con la expedición del Winnipeg.

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Desde agosto de 1940 a agosto de 1943, se desempeñó como Cónsul General en México. El 23 de noviembre de 1941 El Siglo publicó un discurso que pronunció en aquel país con un título muy gráfico en aquellos momentos, tras la invasión de la Unión Soviética por la Alemania nazi: “Miro a las puertas de Leningrado como miré a las puertas de Madrid”. El 30 de septiembre de 1942, en un acto de apoyo a la URSS celebrado en el Teatro del Sindicato de Electricistas, leyó por primera vez su “Canto a Stalingrado” y el 29 de enero de 1943, en otro evento similar, su “Nuevo canto de amor a Stalingrado”.

En su discurso en el Teatro Caupolicán el 8 de julio de 1945, mencionó a otros escritores comunistas, como Jorge Amado, Nicolás Guillén, Louis Aragon, Iliá Ehrenburg, Rafael Alberti o Raúl González Tuñón, y citó las palabras escritas por Pablo Picasso, unos meses antes, al ingresar en el Partido Comunista Francés. “Tenía razón Picasso. Puedo decir que estoy entre mis hermanos. Y hay otros hermanos innumerables a quienes saludo hoy con voz profunda de ternura y de sinceridad. Son los militantes obreros del Partido, hermanos de las fábricas y de los oficios, de la pampa y del mar, aguerridos y vibrantes soldados del porvenir de la patria”, señaló, en un discurso del que solo se han conservado los fragmentos que al día siguiente publicó El Siglo. “Espero daros más de lo que he heredado, espero daros cuanto tengo, mi vida y mi poesía”. 

Cumplió su palabra. El poeta fue leal a aquel compromiso a lo largo de toda su vida. En noviembre de 1947 publicó en el diario venezolano El Nacional el extenso artículo que denunció al mundo la traición de González Videla y la persecución de su Partido, argumentos que reiteró en enero de 1948 en su célebre discurso “Yo acuso”. Desaforado por la justicia a petición del Ejecutivo, vivió un año clandestino, salió a Argentina a través de la cordillera y reapareció ante el mundo en París, el 25 de abril de 1949, durante el primer Congreso Mundial de Partidarios de la Paz. Allí recibió el abrazo de la humanidad más avanzada: Charles Chaplin, Pablo Picasso, Paul Éluard, Iliá Ehrenburg, Diego Rivera, Lázaro Cárdenas, Jorge Amado, Howard Fast… Un año después, en abril de 1950, ahora hace 75 años, apareció la edición príncipe de su obra más cimera: Canto general. Con la dirección de Américo Zorrilla, su Partido realizó, en la clandestinidad, la primera edición chilena de este libro.

Desde entonces, Neruda viajó por el mundo como uno de los grandes intelectuales comunistas: la URSS, China, los países socialistas, Italia, Francia, México, Cuba y, ya en los años 60, incluso Inglaterra, donde fue investido doctor honoris causa por la Universidad de Oxford, y Estados Unidos. El 30 de septiembre de 1969 el Comité Central del PCCh lo eligió como candidato presidencial y desde entonces recorrió Chile para contribuir a construir la Unidad Popular. El 22 enero de 1970 fue el primero en firmar en el libro de adhesiones a la cuarta candidatura de Salvador Allende, su “porfiadísimo compañero”, que en 1971 le designaría embajador en Francia.      

El 13 de diciembre de 1971, tres días después de recoger el Premio Nobel, en su inolvidable Discurso de Estocolmo proclamó ante el mundo que había llegado hasta allí “con mi poesía y también con mi bandera”. Y expresó su fe en la profecía formulada un siglo antes por Arthur Rimbaud: “Solo con una ardiente paciencia conquistaremos la espléndida ciudad que dará luz, justicia y dignidad a todos los hombres…”.

(*) Mario Amorós. Doctor en Historia y periodista. Su último libro es «Gladys Marín. Una vida revolucionaria» (Ediciones B, 2025).


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