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MANU LEVÍN |
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Hugo Guzmán. Periodista. “El Siglo”. Santiago. 9/2024. El programa La Base es uno de los espacios televisivos alternativo más visto en España y América Latina. Conducido por Pablo Iglesias, el conocido líder de Podemos, junto a Inna Afinogenova, Sara Serrano y Manu Levín, aborda con dinamismo, información y sentido crítico episodios y procesos que acontecen en distintos puntos del planeta. Escudriña e investiga, dando luces sobre diversidad de casos y situaciones, principalmente de Europa y América Latina. El programa está vinculado a Diario Red, también un espacio opcional muy leído.
Hugo Guzmán. Periodista.
“El Siglo”. 21/9/2024.
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HUGO GUZMÁN. PERIODISTA |
En La Base, Manu Levín es el que aplica bisturí a textos, líneas discursivas e imágenes en el análisis de contenidos de los medios, sobre todo los convencionales y hegemónicos, permitiendo establecer qué hay detrás de lo que se lee, se ve y se escucha. Vino a Chile a la Feria Internacional del Libro de Recoleta y concedió esta entrevista a ElSiglo.cl.
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En el programa La Base aplicas un bisturí a los titulares, a los textos, a las imágenes de muchos medios de prensa a la hora de tratar un tema. Le metes bisturí a los contenidos de los medios. ¿A qué apuntas con eso?
Soy filólogo de formación, estudié letras, siempre me ha interesado mucho la literatura, la lingüística, la gramática, las palabras, y eso me permite utilizar esa formación, esa dedicación, para intentar hacer una labor didáctica para estimular una lectura crítica en la población, en el pueblo, a la hora de recibir los discursos mediáticos. Ver por qué se utilizan determinadas palabras, por qué un titular está redactado como está redactado, por qué te están mostrando la fotografía que te están mostrando. También, en paralelo, hablar de la estructura de la propiedad de los medios, quién está detrás de los textos…
…Tu bisturí es también para mostrar quiénes están detrás y a cargo de los medios, quiénes son los dueños de los medios…
Exactamente, y se relacionan ambas cosas, quién está detrás de los textos y de los elementos visuales que te están poniendo delante, para poder entender cuál es la intención que tiene la información. Al final la diferencia entre un ciudadano y un súbdito en el siglo XXI tiene mucho que ver con la lectura crítica de los medios, con la educación mediática.
Tu trabajo aporta a romper la tesis de que los medios son objetivos.
No existe ningún medio sin línea editorial, el que diga que no tiene línea editorial y que es objetivo, está mintiendo. Si parece que algo es objetivo, es porque coincide con el pensamiento dominante. Cuando un periodista escribe algo que coincide con el sentido común individualista, capitalista, de la sociedad en que vivimos, parece que eso no tiene ideología y que es neutral. Cuando se aleja de eso, es acusado de ser un activista, de ser un periodista cargado de ideología. La verdad es que todo el mundo tiene una línea editorial y que tiene que ver con los intereses que está defendiendo a nivel social, con quien tiene detrás desde el punto de vista económico, y quien posee el medio de comunicación. Lo que ocurre es que hay quienes logran hacer pasar el discurso dominante como si fuera algo no ideológico, pero es mentira.
En el programa La Base, y particularmente tú, se hace mención a las hegemonías en el sistema medial en Europa, en América Latina, y parece que nos quedamos pegados en eso. ¿Cómo dar respuesta, cómo no quedarnos en el diagnóstico?
Todos debemos tener cada vez más claro que el desequilibrio en la correlación de fuerzas en el campo mediático es un desastre para la izquierda, que la política en el siglo XXI tiene mucho que ver con lo que se juega en el terreno de la comunicación y, por lo tanto, hay que hacer esfuerzos grandes para transformar ese campo y avanzar. De la misma manera que ponemos mucha energía a las organizaciones políticas, en tener representantes en las instituciones del Estado, tenemos que poner una energía equivalente a tener fuerza mediática. Si no, nos arrasan y el sentido común se lo lleva la derecha. Ahí también hay una labor discursiva, no sólo de construir y tener medios, sino de tener un discurso capaz de tirar el sentido común hacia un lado y, como hace la derecha, como lo hacen nuestros adversarios, ser provocadores ideológicamente e introducir en la opinión pública ideas que hoy pueden estar fuera del sentido común, pero la única manera de que sean parte de ese sentido común es enunciar las ideas. Al final, pienso que la opinión pública es aquello que uno puede expresar sin temor al rechazo social, sin temor al estigma. Por tanto, la provocación ideológica, el hecho de enunciar ideas que pueden ser minoritarias hoy, es la única manera de que se vuelvan mayoritarias mañana
¿Crees que en el campo de la izquierda, incluso en gobiernos de izquierda, hay una real comprensión y compromiso con eso?
Creo que hay que avanzar mucho más. Si vamos atrás históricamente, ya se decía que el periódico, el medio de comunicación de un partido o de la clase trabajadora, era un instrumento fundamental para construir organización, para construir una comunidad. Ese fenómeno hoy se ve muy claro en la ultraderecha, como construyen comunidades digitales, comunidades en torno de sus medios de comunicación, en torno de sus voceros y sus influencers, en las redes sociales. Pienso que la izquierda no ha puesto el esfuerzo que debía en esta tarea. Mira, en España, la Iglesia Católica tiene una televisión, una radio, sin embargo, los grandes sindicatos que tienen millones de afiliados, que tienen recursos, que tienen dinero, nunca han apostado por ese camino, de tener medios, eso pasa con muchos en la izquierda. Pienso que es un error y que la izquierda debe avanzar mucho más en la comprensión de esta tarea, de disputar el poder mediático.
¿Y cómo están con el programa La Base?
A nivel de prensa escrita quizá hay un poco más de pluralidad, hay algunas publicaciones de izquierda, también en la Web, pero a nivel de programas de televisión, que es el lenguaje de masas del siglo XXI, es donde el desequilibrio mediático es total. Entonces creo que La Base ha ocupado un espacio que estaba casi vacío. Por otro lado, humildemente creo que formamos un buen equipo, cada uno aporta una perspectiva, aporta una formación diferente a la hora de aproximarse a la realidad, y está funcionando muy bien, está alcanzando audiencias que en ocasiones compite con los medios convencionales, y sobre todo que tiene un influencia importante, capaz de generar debates dentro de la propia izquierda. Miramos mucho hacia América Latina y estamos contentos con lo que hacemos.
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MANU LEVÍN |
Ustedes miran hacia acá y particularmente ¿cómo ves el sistema medial chileno, cómo lo caracterizarías?
Lo caracterizaría como un monopolio casi total de los poderes económicos sobre todo lo que se puede ver y se puede escuchar en este país. Eso es un grave problema y quien no entienda la influencia brutal que tiene eso, sobre la conducta política de la población, tiene una idea equivocada de las cosas, del ser humano. Hay una idea liberal, individualista, según la cual somos algo así como una sociedad de libres pensadores, pero creo que una visión social del ser humano entiende que todo aquello que uno recibe, todos los estímulos ideológicos, sobre todo en una época en que todo ser humano tiene una pantalla en su casa, tiene un dispositivo en su bolsillo, tiene una influencia brutal. Pienso que en Chile, por ejemplo, la derrota que hubo en el plebiscito sobre la nueva Constitución, la primera que se elaboró después de la revuelta social de 2019, tiene mucho que ver con la capacidad que tuvo la derecha con una campaña mediática de desinformación. Me atrevería a decir que si la izquierda chilena tuviera un potencial mediático mínimamente equivalente al que tiene la derecha, seguramente no se habría perdido ese plebiscito.
Se habla mucho de la era digital, de las redes sociales, de las nuevas plataformas, pero subsisten los Portales Web, los impresos, están las radios o los programas de televisión de que hablabas. ¿Compartes que debe existir una complementación y no prenderle velitas a un solo formato?
Sí, comparto que hay que estar en todos los espacios, en todos los formatos. Es verdad que hay una diferencia generacional y que hay un desgaste de algunos dispositivos o formatos, la televisión en unos años quizá será como un gramófono, pero mira, por ejemplo, las elecciones se siguen ganando también en la televisión, en la prensa escrita. Además hay una diferencia en el carácter del discurso en las redes sociales, en los impresos, en la televisión, eso es importante tenerlo en cuenta. No es lo mismo lo que se dice en un noticiero en la televisión a lo que se lee en un periódico. La derecha eso lo tiene claro y por eso ponen mucha plata en ambos espacios, por eso creo que hay que apostar por estar en la televisión, en las redes, en los periódicos, en los medios digitales.
¿Cómo ves el tema de la instalación de las agendas públicas?
La agenda pública es lo más importante a nivel de determinar las dinámicas políticas. Siempre explico que para mí hay una jerarquía donde el tema de conversación es el concepto superior y después vienen los marcos mentales en los que uno ubica cada tema y vienen los mensajes concretos, las enunciaciones concretas que hace cada medio de comunicación o cada partido político. Pero los temas que se discuten es lo determinante. Si de momento los adversarios de las mayorías sociales logran instalar un tema como la seguridad o la migración, entonces ya estamos perdidos. En el tema de la seguridad, por mucho que la izquierda diga fuerte que eso tiene que ver con la pobreza, con la desigualdad, con la falta de educación, igual ya está en una cancha inclinada en contra. Sin embargo, si los temas son los salarios de los trabajadores, la buena educación, el acceso a la salud pública, los buenos empleos, entonces ocurre lo contrario, porque por mucho que la derecha utilice sus marcos, ahí estamos en una cancha que se inclina a nuestro favor. Al final, dada la correlación de fuerzas que existe en el campo mediático al día de hoy, es la movilización social la única capaz de realmente romper la agenda de los grandes medios corporativos y ubicar otros temas de conversación en la sociedad. Cuando la multitud sale a la calle es el más poderoso dispositivo de comunicación, pero la movilización popular no es permanente, un estallido social no es permanente, la gente al final vuelve a su casa, vuelve a su trabajo, vuelve a su rutina, y ese es el momento en que la derecha vuelve a recuperar el terreno. Por lo tanto, la definición de la agenda es lo fundamental, por eso hay que buscarla por distintas formas. Y por eso creo que es un error que un Gobierno de izquierda asuma la agenda de sus adversarios y piense que ahí tiene algo que ganar, creo que es al revés, que cuando se asume esa agenda no puede suceder otra cosa que la derecha acabe ganando.
Fotos: El Siglo. La Base.
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