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jeudi 15 décembre 2022

SI LOS MEDIOS ELIGIERAN A LOS EXPERTOS

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Ya en 1989 Hernán Büchi entendió el poder de los expertos cuando hablaba de “la batalla de las ideas”. No era necesario poseer el poder político, bastaba con fundar universidades, medios de comunicación y think tanks para enfrentar a quienes osaran cambiar las estructuras creadas en dictadura. [«  SI QUIERES SER BIEN SERVIDO, SÍRVETE A TI MISMO » ]

Marcos Ortiz F., director de Ojo del Medio (@ojodelmedio)

FOTOMONTAJE OJO DEL MEDIO

La reciente firma del Acuerdo por Chile puso en el centro de la discusión qué es lo que entendemos por “expertos”. ¿Qué características deben tener? ¿Recibirán un sueldo por desempeñar su labor o lo harán sencillamente por su “compromiso incondicional por el país”? ¿Deberán cumplir con cuotas de género o algún otro tipo de mecanismo que asegure una distribución más equitativa en términos de procedencia geográfica o edad? Finalmente, la pregunta de fondo, ¿quién determina quién es un experto y quién no lo es?
«REPORTAJE» / «EL MERCURIO»
DOMINGO 11 DIC 2022

Este tipo de preguntas, que por estos días están en la boca de muchos, es una que deberíamos hacernos más a menudo cuando son los medios de comunicación los encargados de escoger especialistas para hablar de diferentes temas. ¿A quiénes acude nuestra prensa para hablar de temas económicos? ¿Cuáles son las voces autorizadas para comentar sobre la actualidad política del país?

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La búsqueda de “expertos” es una misión que se lleva a cabo a diario en el seno de los medios de comunicación. Junto con consultar a fuentes de gobierno y del sector empresarial –explican Herman y Chomsky– estos “expertos” acceden a los medios de comunicación de élite debido al alto prestigio, la credibilidad y el presunto conocimiento “objetivo” asociado a estas fuentes. Junto con esto, agregan los autores, al acudir a estos nombres los periodistas proclaman su propia independencia evitando posibles críticas sobre su “objetividad”.

«EL MERCURIO» DOMINGO 11 DIC 2022

El principal problema cuando hablamos de “expertos”: no es el hecho de que se les consulte, sino que al hacerlo se desecha de manera casi automática la posibilidad de escuchar las voces de otros actores.

«LA TERCERA» 
DOMINGO 11 DIC 2022

Stuart Hall, uno de los principales referentes en el mundo de los estudios culturales, alude a la sobrerrepresentación “sistemática” de estos actores sociales en desmedro de otras personas que son constantemente pasadas por alto por parte de los medios cuando se trata de convertirse en fuentes de información. Y es ahí donde aparece el principal problema cuando hablamos de “expertos”: no es el hecho de que se les consulte, sino que al hacerlo se desecha de manera casi automática la posibilidad de escuchar las voces de otros actores que no caben dentro de esta particular categoría.

A la luz de estas verdades, vale la pena preguntarse, ¿cuánto “conocimiento objetivo” existe realmente en un llamado experto de un think tank como Libertad y Desarrollo, Fundación Para el Progreso o la Fundación Jaime Guzmán? ¿En qué momento comenzamos a ver a estos “especialistas” como seres que se ubican por sobre el bien y el mal y que dan a conocer verdades irrebatibles?

Los sectores más conservadores del país se han venido preparando durante tres décadas para que, llegado el momento, fueran los “expertos” los llamados a tutelar los procesos democráticos. Así lo entendió, por ejemplo, Hernán Büchi, quien en 1989 ya hablaba de la “batalla de las ideas”. No era necesario estar en el poder para ganar esta pelea. Bastaba con fundar universidades, medios de comunicación y think tanks en los que se almacenaran las armas para enfrentar a quienes osaran amenazar las estructuras creadas durante 17 años. Como explican Alenda, Gartenlaub y Fischer, estos espacios reúnen “un núcleo doctrinario compartido por la mayor parte de los representantes de esos laboratorios de ideas (la defensa del liberalismo económico y del conservadurismo moral)”.

¿Cuáles son las ventajas de poner todos los esfuerzos en estos espacios? Básicamente que se rigen bajo las lógicas del mundo privado, con recursos que no necesitan mayores auditorías. Llegado este momento clave, en el que los “expertos” finalmente desempeñan una labor fundamental, dichos actores ya gozan de una reputación y vastos niveles de conocimiento otorgados por decenas de entrevistas, columnas y participaciones en paneles televisivos y radiales. Dicho de otro modo, los medios les han traspasado parte de su capital cultural, algo que, según Bourdieu, se lleva a cabo de manera opaca y siempre disfrazado de una seudo meritocracia.

Cannon explica que los think tanks chilenos se han beneficiado de la uniformidad ideológica de los medios nacionales, creando lo que denomina una “red de apoyo ideológico para el neoliberalismo”.

De esta manera, los think tanks se han transformado en algo así como fábricas de expertos listos para responder cualquier llamado que reciban de los medios para opinar sobre lo humano y lo divino. ¿Qué características especiales tienen estos centros de pensamiento chilenos? Autores como Fischer y Madariaga destacan cómo desde el fin de la dictadura se convirtieron en importantes herramientas para la promoción de ideas neoliberales, así como en pilares fundamentales del proyecto económico del país, roles a los que se sumaron incluso los think tanks que alguna vez se opusieron a Pinochet.

Y es que el rol jugado por los “expertos” está íntimamente ligado con el de los medios de comunicación tradicionales. Barry Cannon, de hecho, explica que los think tanks chilenos se han beneficiado de la uniformidad ideológica de los medios nacionales, creando lo que denomina una “red de apoyo ideológico para el neoliberalismo”.

Chile escribe una nueva página en su afán por dejar atrás la Constitución de 1980 y esta vez lo hace con un modelo que –a diferencia del liderado por Loncon, Bassa y compañía– ahora sí parece dejar conformes a los comités editoriales de la prensa tradicional. Y es justamente la existencia de este órgano de “expertos” el factor que parece tranquilizar a quienes hace tan solo un año hacían todo lo posible por desfondar la credibilidad de la Convención.

Es de esperar que a diferencia de los especialistas que a diario seleccionan nuestros medios, los que colaboren en la redacción de la nueva Constitución sean elegidos con criterios de transparencia, mayores cuotas de diversidad y sin olvidar jamás que el calificativo de “experto” no es sinónimo en ningún momento de imparcialidad, neutralidad o sabiduría absoluta.


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