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PANTALLAZO |
En otra irrupción masiva en el espacio político; gigantesca, inesperada y decisiva como siempre lo son, esta vez votando y no gritando como escribió un analista; el pueblo abrió un cauce democrático inédito para resolver la crisis política nacional en curso; misma que torna la vida insoportable para la ciudadanía toda.
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MANUEL RIESCO LARRAÍN |
De ese modo sencillo, Jeannette Jara Román; en una noche memorable, en un salto impresionante, sin precedentes, milagroso; se elevó por encima de todas las demás candidaturas en disputa; la decena oficialmente proclamadas y las 529 independientes que hoy recolectan firmas; pasando a encabezar con holgura las preferencias para la elección presidencial de noviembre.
En un hecho político mayor, su nombre trascendió de inmediato a los principales medios del mundo, junto al de un postulante a la candidatura de un partido a la alcaldía de Nueva York, en circunstancias de contenido similar.
Esta vez no se trató de un partido ni una coalición de partidos, los que también se alinearon tras su figura; junto a sus candidaturas, incondicionalmente, de inmediato, esa misma noche. El Presidente de la República y su gabinete hicieron lo propio.
Tampoco se trata de un programa de gobierno, el que se requiere es evidente y se puede resumir en una frase: recuperar la confianza del pueblo en su más alta autoridad; es decir, resolver la crisis política nacional, ni más ni menos.
No hubo ningún hecho heroico, ningún discurso o debate memorable, ni un sólo un gesto provocador, ninguna figuración realmente determinante, ni en política ni en ningún otro espacio público de conocimiento masivo.
Esta vez se trata sencillamente de Jeannette Jara Román. Se trata de una persona, de una mujer. El pueblo la ha reconocido como su hija legítima y confía en ella. Con esta simple apreciación multitudinaria, le ha conferido la inmensa autoridad que requiere para conducir esta batalla democrática vital.
Hay que acatar su voluntad sin vacilación ni remilgo alguno. Como reza el viejo dicho campesino, la voz del Pueblo es la voz de Dios.
(*) Manuel Riesco es ingeniero civil industrial, magister en Economía de la Universidad de Chile, doctorado en Economía Política en el Instituto de Ciencias Sociales de la Academia de Ciencias de Rusia y Vicepresidente del Centro de Estudios Nacionales de Desarrollo Alternativo (CENDA).
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