samedi 16 août 2025

JADUE Y EL “PECADO” POPULAR (O DE CÓMO EL LAWFARE NOS ENSEÑA A NO DORMIRNOS EN AMÉRICA LATINA)

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FLYER JADUE LIBRE
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Jadue y el “Pecado” Popular (O de cómo el lawfare nos enseña a no dormirnos en América Latina) / Cuando era niño, me enseñaron que la justicia era una balanza: dos platillos perfectamente equilibrados, un símbolo de que, si uno actuaba bien, nada malo podía pasarle. La aprendí en los libros de historia, en las lecciones de educación cívica y, por supuesto, en los discursos en el colegio, donde algún docente, con solemnidad de mármol, recitaba que “nadie está por encima de la ley”. Hoy, viendo lo que ocurre en Chile con Daniel Jadue, me pregunto si la balanza no se habrá roto hace tiempo… o si, más bien, alguien la está inclinando con un dedo invisible, pero perfectamente entrenado para hacerlo.

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Daniel Stingo  A la Fiscalía se le nota la tirria contra Jadue para impedir que sea candidato

por Diego Aguirre 14 agosto 2025

Porque no nos engañemos: la Fiscalía ha pedido prisión preventiva e inhabilidad política para Jadue, sumando cargos que, de prosperar en su máxima expresión, podrían traducirse en penas que llegan a los 18 años de cárcel y una inhabilidad para ejercer cargos públicos. Un castigo de calibre desproporcionado para un caso en el que, según su defensa, no hay enriquecimiento ilícito ni daño patrimonial personal, sino un debate sobre la gestión de recursos en iniciativas municipales populares. En otras palabras: se le persigue como si fuera un criminal peligroso, cuando lo que hizo fue gestionar un municipio incómodo para los poderes de siempre y multiplicando esa experiencia a nivel nacional.

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La escena, más que un acto de justicia parece un déjà vu. Lo vimos antes, en 2009 en Honduras con Zelaya, en 2012 en Paraguay con Lugo, en Brasil 2016 con Dilma, en 2018 en Ecuador con Correa, en 2022 en Brasil con Lula, en 2024 hasta la fecha en Chile con Daniel y ahora también con Cristina en Argentina. Todos distintos, todos con sus acentos y formas, pero con una coincidencia tan clara que podría pasar por un patrón: líderes que impulsaron políticas populares, que tocaron intereses duros, que se atrevieron a molestar a quienes están acostumbrados a que el tablero se mantenga siempre igual… hasta que, misteriosamente, los tribunales se convierten en protagonistas de la política.


A ese libreto le han puesto nombre: lawfare. Una guerra que no usa fusiles ni tanques, sino fiscales, expedientes y portadas de diario. Y como toda guerra, tiene su primera víctima: la confianza de la gente. Porque cuando la justicia se siente como un arma, lo que se erosiona no es solo la reputación de un dirigente, sino la idea misma de que las reglas del juego son justas.


En Recoleta, Jadue había hecho algo que para algunos fue imperdonable: demostrar que se podía gobernar pensando en la mayoría. Farmacias, Ópticas, Librerías, Inmobiliarias Populares precios de vecino… políticas que no solo mejoraban la vida de la gente, sino que cuestionaban directamente el negocio de quienes viven de encarecer lo básico. Ahí empezó la deuda que hoy le quieren cobrar.


Las alternativas para mantener su candidatura parlamentaria existen, pero están bajo reloj. A nivel judicial, y por supuesto, la carta política: la presión pública y el respaldo de su partido y aliados, que podría influir en que el proceso no se use para despojarlo de su derecho a competir. Porque, si bien la ley chilena impide ser candidato estando condenado por delitos con pena aflictiva, la prisión preventiva sin sentencia firme no basta para bajarlo automáticamente… aunque ya sabemos que, en la práctica, la imagen de un candidato tras las rejas puede ser tan demoledora como una condena.


Por eso, para los progresistas de América Latina, el caso de Jadue no es solo un problema local. Es una advertencia con acento continental: no basta con ganar elecciones, hay que blindar la democracia frente a la manipulación judicial. Hay que mirar a Brasil, a Ecuador, a Argentina, y entender que lo que le pasa hoy a Chile podría tocar la puerta mañana en cualquier otra ciudad, con otro nombre y otra bandera.


Apoyarlo ahora implica más que declaraciones: significa mantener vivo el debate sobre el uso político de la justicia, difundir información verificada para contrarrestar la narrativa oficial, movilizar redes solidarias que mantengan su voz presente incluso si intentan silenciarla, y sostener presión social para que el proceso sea justo y transparente. Es entender que, en estos casos, el silencio no es neutralidad, sino complicidad. Porque lo que está en juego no es solo el futuro político de un dirigente, sino el derecho de los pueblos a elegir sin que un expediente judicial escrito con tinta política les marque el voto.

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Al final, quizá la balanza de la justicia todavía esté ahí, intacta, pero rodeada de manos que intentan empujarla. Nuestra tarea es simple y difícil a la vez: no apartar la vista, no aceptar el guion sin cuestionarlo, y recordar que hoy la democracia no se pierde de un golpe… sino a punta de pequeñas inclinaciones que parecen técnicas, pero son políticas.

Diego Aguirre  Secretario Político del Regional Exterior del Partido Comunista de Chile (PCCh)


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UNE PHOTO COMME TROPHÉE DE GUERRE
CAPTURE D'ÉCRAN

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