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jeudi 30 mars 2023

UN ESPEJO DEMASIADO INCÓMODO

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RECORTE DE PRENSA
PANTALLAZO EL OJO DEL MEDIO

Un espejo demasiado incómodo /  Poco se habla de medios en los medios, pues la conversación tiende a recaer sobre el rol de la prensa conservadora y su postura, ya sea como defensora del statu quo o como relatora objetiva de la realidad. Cada vez que esto ocurre el listado de contradicciones y verdades incómodas parece aumentar. Para qué comprarse ese espejo al que les cuesta tanto mirar.

Marcos Ortiz F., director de Ojo del Medio (@ojodelmedio)

El periodismo chileno, a diferencia del que se practica en otras latitudes, tiene cabida para cubrir una serie de industrias, menos la de medios. Existen periodistas especializados en economía, educación, salud, cultura, espectáculos, agricultura, minería y tecnología. Aun así, todo lo que dice relación con los medios de comunicación –chilenos y extranjeros– entra en una especie de nebulosa en la que pocos aceptan adentrarse.

¿Por qué se le hace el quite de manera tan olímpica a la industria de medios? ¿Por qué un medio que cubre prácticamente todos los temas existentes en la sociedad guarda silencio cuando en la competencia hay un cambio en la dirección ejecutiva? ¿Existe alguna razón de peso que realmente lo justifique? Dicho de otro modo, ¿quién fiscaliza al fiscalizador?

Por todas estas razones resulta una grata sorpresa cada vez que un diario chileno dedica espacio para conversar con alguien de la propia industria. Sucedió, por ejemplo, hace pocos días cuando La Tercera entrevistó en una misma edición a Arthur Gregg Sulzberger, de The New York Times, y a Antonio Caño, exdirector de El País de España.

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De hecho, aludiendo a algunas de las aseveraciones de este último, La Tercera aprovechó de criticar en su editorial de ese mismo día el programa Gobierno Informa (sobre el cual nos referimos en esta tribuna la semana pasada). Los periodistas deben ser un obstáculo del poder, señaló Caño, y agregó que “la clase política está obligada a aceptar ese obstáculo y rendir cuentas a los periodistas”.

En 2022 Caño confidenció que había utilizado El País para impedir un pacto entre el PSOE con otras fuerzas de izquierda.

Caño es una figura controvertida. Mientras algunos lo ven todavía como un faro del periodismo hispanoparlante, al mismo tiempo es percibido por otros como un ejemplo de un director que derechizó un medio históricamente cercano a la izquierda y lo convirtió en un dique de contención para el avance de las ideas progresistas.

Dejando esa discusión de lado por esta vez (su conducción de El País ha sido ampliamente comentada del otro lado del Atlántico), enfoquémonos aquí en un par de las declaraciones ofrecidas a La Tercera.

Vamos con la primera.

“Es verdad que muchos medios tradicionales han sido cómplices del poder establecido durante décadas. Hay medios tradicionales que han ocultado verdades atroces cometidas por el poder establecido y es muy necesario que para salir de donde estamos los medios tradicionales hagan una autocrítica”, señaló en una aseveración que interpela a más de alguno este año en que se cumplen 50 años del golpe de Estado.

¿Leeremos por ejemplo en los próximos meses algún mea culpa en los diarios de la familia Edwards? El perfil moderado de Caño es recibido con respeto desde El Mercurio, diario que hace tan solo cuatro meses entrevistó largamente al español en su cuerpo de Reportajes. ¿Contribuirá alguna vez el Decano a esa unidad nacional que pregonan sus editoriales con una reflexión crítica sobre su rol para terminar con el gobierno de Allende y dar pie a una sangrienta dictadura? Sin ir más lejos, por estos días los dueños del inglés The Guardian se han disculpado públicamente por los vínculos de su fundador con el tráfico de esclavos y han decidido llevar adelante un millonario plan de justicia reparativa que durará al menos una década.

Lejos de empequeñecer a sus protagonistas, hacerse cargo de estas dolorosas verdades engrandece a quien lo lleva a cabo. Pocas acciones serían más reparadoras para el Chile de hoy que un análisis crítico sobre el rol de los medios en la dictadura de Pinochet que nazca, precisamente, de estos mismos medios.

Ahora, vamos con la segunda.

“El lugar para cambiar el mundo no es el periodismo. Si su objetivo (el de un joven estudiante) realmente es cambiar el mundo debe dirigirse a las organizaciones o instituciones que producen un efecto, que están orientadas a cambiar el mundo, pero no el periodismo, que no está orientado a eso, sino a contarlo”, señaló el exdirector de El País.

¿Hasta qué punto se refugia la prensa en la idea de ser dura con el poder ejecutivo para beneficiar al mismo tiempo al gran poder económico?

La complejidad de esta aseveración es incluso mayor que la primera y particularmente si la empleamos para analizar el rol que a diario juega la prensa conservadora en nuestro país. Si el periodismo no es para cambiar el mundo, entonces, ¿es válido que se convierta en el espacio para impedir este cambio y mantener el statu quo? ¿Por qué se comporta esta prensa como “un obstáculo para la clase política” solo cuando el sector político en cuestión quiere realizar transformaciones?

Esta idea de “contar el mundo” –así de manera impoluta y desinteresada– no se hace cargo del poder que tienen los medios de comunicación como espacios eminentemente políticos e ideológicos. Y el ejemplo más claro de ello lo dio el mismo periodista español en junio de 2022 cuando confidenció en su propia cuenta de Twitter que había utilizado El País para impedir un pacto entre el PSOE con otras fuerzas de izquierda. De “contar el mundo”, nada.

Por lo demás, si tomamos las afirmaciones de Caño como válidas, entonces querer cambiar el mundo a través del periodismo es tan equivocado como convertirse en un actor determinante en el bloqueo del cambio. Y esa es justamente la postura que en los últimos días hemos leído en las páginas editoriales de La Tercera, que tan solo en el mes de marzo ya se ha manifestado en contra de la fallida reforma tributaria, la idea de subir los impuestos a las empresas, el proyecto de ley de 40 horas y el que proponía la negociación ramal.

Cuesta creer que el dueño de un banco, un supermercado, una tienda por departamentos o una minera ocupe el medio de comunicación que también controla para promover la negociación ramal o el impuesto a las grandes fortunas.

¿Debe tener el periodismo, entonces, únicamente una mirada inquisidora con el poder político y actuar frente al poder económico como un fiel perro guardián? En el caso del Chile de 2023, ¿hasta qué punto se refugia la prensa en la idea de ser dura con el poder ejecutivo para beneficiar al mismo tiempo al gran poder económico?

El conflicto de interés existente entre los dueños de los medios tradicionales y las empresas que controlan es una realidad que por conocida no podemos dejar de aludir aquí. Cuesta creer que el dueño de un banco, un supermercado, una tienda por departamentos o una minera ocupe el medio de comunicación que también controla para promover la negociación ramal o el impuesto a las grandes fortunas.

Estas líneas incluyen quizás más preguntas que respuestas, pero explican –o eso esperamos– por qué se habla tan poco de medios en los medios, y particularmente en los más conservadores. Cada vez que esto ocurre el listado de contradicciones y verdades incómodas parece aumentar. Para qué comprarse ese espejo al que les cuesta tanto mirar.

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